
Por Cecilia Durán Mena
En el futuro próximo, la inteligencia artificial y la tecnología podrán complementarse para desarrollar herramientas y aplicaciones que ayuden a las personas a mejorar su inteligencia emocional.
El abuelo de mi mejor amiga repetía esta frase con frecuencia: “Es agradable ser importante, pero es más importante ser agradable”. Creía tanto en esta frase que la hizo poner en letras doradas a la entrada de la fábrica en la que se produjeron los mejores talcos de Latinoamérica por años.
Ser agradable no significa ser chistoso, ser un bufón o ser la persona que a todo dice que sí. Nada de eso. Ser agradable es tener la habilidad de reconocer, comprender, gestionar, utilizar y actuar eficazmente tomando en cuenta las emociones propias y las de los demás. Esta habilidad no solo implica el reconocimiento de las emociones básicas como la alegría, la tristeza, el miedo y la ira, sino también la capacidad de lidiar con emociones más complejas y sutiles, como la empatía, la compasión y la gratitud.
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