Por Carlos Martín.
En determinados puestos de trabajo es esencial estar en contacto con las emociones. En otros, parece ser un detrimento. Y al igual que cualquier habilidad, la capacidad de entender a la gente se puede utilizar para bien o para mal.
Algunos de los mejores momentos de la historia de la humanidad fueron creados por la inteligencia emocional. Cuando Martin Luther King presentó su sueño, eligió un lenguaje que agitaba los corazones de su público.
"En lugar de honrar esta sagrada obligación" a la libertad, Martin Luther King tronó: "Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos."
Prometió que una tierra "sofocante por el calor de la opresión" podría ser "transformada en un oasis de libertad y justicia ", y previo un futuro en el que "en las rojas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad."
Este mensaje electrizante requiere la inteligencia y la capacidad de reconocer, entender y manejar las emociones emocionales. Martin Luther King demostró una notable habilidad en el manejo de sus propias emociones y en provocarlas para mover a la acción a su audiencia.
El poder de las emociones
Reconociendo el poder de las emociones, otro de los líderes más influyentes del siglo XX años dedicó muchos años al estudio de los efectos emocionales de su lenguaje corporal. Practicando sus gestos de manos y el análisis de imágenes de sus movimientos le permitió convertirse en "un orador público absolutamente fascinante", dice el historiador Roger Moorhouse"
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